El olor a esperanza y vida llenaban poco a poco mis pulmones.
Tenías el mismo brillo de sus ojos,
a los que largas y rizadas pestañas custodiaban.
Con tus pequeñas manitas te aferrabas a mis dedos en señal de que nuestro amor sería eterno.
Una lágrima rodó por mi mejilla mientras tú con una sonrisa de valentía me vestías.
Tu papi que a lo lejos nos observaba, corrió y con amor nos abrazó.
Desde ese día algo en mí cambió y si algún día coincidimos, habrá una huella que nos guíe en el camino.
