CAPÍTULO 1
—Tenemos poco tiempo —dijo Andrés.
—¿Por qué? ¿Qué ocurre? —preguntó Ana, y se puso bien las gafas, empujándolas con el dedo índice.
—Ahora no te lo puedo explicar bien, viene la profe. Espérame en el recreo en nuestro punto de encuentro.
—De acuerdo —dijo Ana, mientras sacaba el cuaderno con los deberes hechos y el libro de lengua.
En cuanto terminaron las clases Ana corrió hacia el recreo y Andrés fue a comprar algunas chuches y gusanitos para los dos.

El punto de encuentro era el banco cerca de la valla, casi nadie jugaba por allí debido a que los pinares estaban infectados de procesionarias, unas orugas muy fastidiosas y peligrosas, sobre todo para los alérgicos, bueno y para los no alérgicos, y además para los animales que se las comían podía ser mortal. Ellos lo sabían, pero en las reuniones de alto secreto no tenían más remedio que quedar allí, lejos de los oídos indiscretos. De todas formas, el banco estaba justo debajo del voladizo de un tejado, y el pino más cercano quedaba a varios metros y en realidad no era para tanto.
Ana esperaba intrigada e impaciente.
—¡Hombre, por fin llegas!
—Toma, tus gusanitos. ¡Qué de cola había hoy y eso que he salido de clase de los primeros!
Ana ya había abierto la bolsa de gusanitos y al contrario que Andrés que se los comía de uno en uno, ella prefería hacerlo a pequeños puñados.
—Bueno, ¿y por qué tenemos poco tiempo? —preguntó sin dejar de comer y con la boca llena.
—Mi padre ha conseguido trabajo en la ciudad y habla de mudarnos para no tener que estar una hora de coche todos los días. Mi hermano y yo nos quedaremos en casa de mi abuela hasta que termine el curso, pero ya no podremos reunir a la pandilla en mi casa como antes y mucho menos en casa de mi abuela.
—Entonces tenemos que reunir a la pandilla con urgencia por Zoom.
—Hay otra cosa.
—Dime —dijo Ana intrigada.
—Ha habido una fuga de información y la prima de Marta se ha enterado de su contraseña de Zoom. Tendremos que reunirnos en persona para que nos explique como ha ocurrido y ayudarla a recuperarla.
—Umm, eso de reunirnos puede ser complicado ahora con las restricciones del Covid 19 y puede ser peligroso —. Ambos quedaron en silencio y muy pensativos.
—¡¡Ya lo tengo!! —gritó Ana, y a Andrés casi se le cae la bolsa de gusanitos del susto. Aún la tenía casi llena, mientras que su amiga hacía tiempo que se los había comido.
—Mañana es sábado, podemos dejar mensajes a todos con el móvil:
“EMERGENCIA. UNA CLAVE DESCUBIERTA. REUNIÓN URGENTE EN MINECRAFT A LAS 11,30 h. DEL SÁBADO. ALTO SECRETO.
Andrés dejó la bolsa de gusanitos en el banco, aplaudió, se levantó de un salto e hizo una reverencia.
—¡Eres una genia!
—¡Pues claro!
Sonó el timbre y corrieron juntos hacia la clase.
Continuará…
Enganchada a la historia.
Voy a leer el siguiente capítulo.
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Qué me alegra! Recuperarán la cuenta de Marta?? Son unos chicos muy listos! Un abrazo!
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Esto promete ser muuuuuy interesante.
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Maravilla de cuento. A ver cómo continúa 😱
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Esperando lo siguiente
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Me ha sorprendido lo actualizado que está el relato, haciendo referencia a plataformas de videoconferencias para ajustarse a las medidas higiénico-sanitarias. Es cierto que se ha convertido en algo habitual que se ha incorporado a nuestras vidas.
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Esta historia esta muy guay , la recomiendo muchisimo , ahora mismo me voy a leer el siguiente capitulo
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Me h a gustado mucho
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Me ha encantado!!! Sobretodo el principio por la intriga.
Muchas gracias por compartir esta historia tan bonita.
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