CAPÍTULO 9
Pasaron unos días y Ruth recibió su castigo oficialmente por parte del colegio. En los recreos tenía que ayudar en las tareas de limpieza del patio. Debía poner las mesas de su curso en el comedor, y cuidar de los más pequeños. Además tenía que visitar a la psicóloga del centro cada jueves. Aún así, no se quejaba. Después de todo, era consciente de que había tenido suerte.
Cerca de las vacaciones de verano, Ruth pintaba el muro del colegio mientras veía a Andrés y Marta de la mano. Estaba furiosa, pero ahora eso le tenía que dar igual, recuperar a Cleopatra era más importante.
—¿Quieres un zumo? —el chico de la mesa de la primera fila, junto a la ventana, le tendía la mano con un zumo de piña—. Era el único del colegio que le había hablado en mucho tiempo. Odiaba la piña, tanto o más que a su prima Marta, pero agradecida y con una sonrisa se lo bebió.
Quién sabe, quizás aún había esperanza y Marta estaba cambiando.
FIN.