Deseos de navidad
Pastor es un pequeño niño, muy curioso y quiere siempre aprender cosas nuevas.
Una tarde entró al salón en donde su abuelito fumaba su pipa de madera. El abuelo se llama Nicolás y es un señor de barba y cabellos blancos.
Pastor se acercó a su abuelo y éste al mirarlo, sonrió feliz.
—Abuelito, ¿qué haces? —preguntó el niño.
—Pienso en como hacer felices a los niños —le contestó Nicolás.
—¿A mí? —consultó intrigado Pastor.
—A todos los niños. Hay muchos niños como tú en el mundo. —Fue la respuesta del abuelo.
En una mesa cerca del sillón en donde estaba sentado Nicolás, había una libreta. Era una lista con nombres y direcciones. El señor de barba blanca era el encargado, desde hacía muchos años, de llevar un regalo a cada pequeño en cualquier lugar del mundo. Pastor, que aun era muy chico, no conocía esa tarea que su abuelo hacía cada año durante los días de navidad. Y como siempre, quería saber todo, le preguntó:
—Abuelito, y ¿cómo sabes qué regalo llevarle a cada niño?
—Es muy sencillo, Pastor. Ellos me envían cartas en la que me cuentan cual es su regalo soñado.
Pastor miró que a un lado, su abuelo tenía una caja muy grande llena de sobres con estampillas. Eran seguramente las cartas que recibía. Le hizo otra pregunta a su abuelito:
—¿Y todos los niños reciben su regalo? ¿Hay para todos? —dijo con cierta preocupación.
Nicolás, al ver la carita intrigada de su nieto, lo tranquilizó diciendo:
—Lo hay. Siempre hay un regalo para cada chiquillo que haya sido un buen hijo y tenga los mejores pensamientos. No siempre es un juguete lo que reciben. A algunos les toca otras cosas, como el poder soñar, el poder cuidar a algún animalito; o tener un árbol cerca de casa, del que puedan tomar alguna fruta para la merienda.
Pastor, pensó unos segundos y su rostro se iluminó con una sonrisa. Con su alegre vocecita y los ojitos iluminados de emoción, le dijo al abuelo:
—Ya entiendo, abuelito. Es solo desear lo que se quiere. Y también desear el poder regalar. Mi deseo es que en esta navidad puedas entregar muchos obsequios, uno al menos para cada chico. Deseo también, para mí, tenerte siempre conmigo, abuelito.
Y dicho esto, Pastor abrazó con fuerza al anciano, que muy emocionado mostró en su cara la más luminosa de las sonrisas que se podía tener.
Desde el comedor se escuchó la voz de la madre de Pastor, que llamaba a la mesa. Hoy habría una deliciosa cena para toda la familia, sus padres y sus hermanos, acompañados de los abuelos y su tía madrina. Sería una feliz cena de navidad.

Autor: Adalberto Nieves
Ilustraciones: Pixabay
Siempre me imaginé cómo sería la vida de Papá Noel antes de entregar los regalos. Después de leer este cuento, ya me he hecho una idea.
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