Todas los días, cuando el sol comienza a apagarse despidiendo la tarde y antes de oscurecer, los animales del matorral comienzan a reunirse para contar sus andanzas del día y no falta que en ocasiones se arme alguna fiesta en la que todos participan gustosos.
Hoy fue uno de esos días. Con los últimos rayitos del señor Sol, cuando el cielo y las nubes se visten de tonos dorados y anaranjados, empiezan a llegar los amigos, reuniéndose cerca de la laguna.

Las aves más grandes se posan en las altas copas de los árboles y los pájaros pequeños se acomodan en las ramas más bajas, haciendo que las copas de los árboles parezcan gigantes adornados de pequeñas figuritas aladas de todos los colores.

Las lagartijas y las iguanas se quedan por el suelo, entre peñascos y trozos de maderas de las ramas caídas.

Los sapos, que nunca son bien vistos por sus grandes barrigas y enormes bocas, ocupan las piedras y hojas grandes que flotan en el agua.

Así van llegando todos los animales y arman su festín. Las guacamayas cantan y las cacatúas ríen estrepitosamente.

Los grillos, acompañan el canto con su agudo tono, haciendo el coro.

Cuando ya casi oscurece y la luna está por aparecer sobre las colinas, hay gran bulla en el lugar, pero no durará mucho porque cuando están en lo mejor de la fiesta, llega el señor búho, el muy respetable maestro y manda a callar a todos, recordando que las noches son para dormir y él quiere descansar.

Todos, muy respetuosamente guardan silencio y van a ocupar el lugar en donde acostumbran dormir. Las estrellas brillan, la luna resplandece y hay tranquilidad en el matorral.

Todos dormirán hasta que el señor Gallo los despierte con su quiquiriquí al amanecer de un nuevo día.

Autor: Adalberto Nieves
Ilustraciones: Pixabay
Ay, qué quiquiriquí más bonito!!!😊😊😊😊😊😊😍😍😍😍
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