Hola, ¿cómo estáis? Soy María Teresa Walter, modelo y musa del genio Pablo Ruiz Picasso. ¿Qué? Estoy guapa, ¿verdad? Qué embusteros. ¿A quién le gusta que lo saquen así para la posteridad? Contenta me tiene Picasso…
Me dijeron «Que no, mujer, que es un innovador, que lo que ha hecho es plasmar el color y alegría de su carácter mediterráneo…». Ya, ya, pero si mi madre fuera andaluza como Pablo, ella me habría dicho «Anda, hija, que vas más «pintá» que una puerta».
La verdad, es que me hubiera gustado más salir en el periodo azul, en el rosa o negro por los que pasó Pablo y donde todos sus retratos se entendían, pero, entonces, él era muy joven y nosotros no nos conocíamos.

Eso no significa que Picasso fuese un joven formal y serio, qué va. Era un chico con mucho talento que, hacía poco, había llegado a París, y, menudo era cuando se juntaba con sus amigos artistas.
Os voy a contar un cotilleo de aquella época, pero… ssshhh, os lo digo muy bajito porque esto lo sabe muy poca gente… Así que no salga de aquí. En 1911, ocurrió una tragedia de dimensiones gigantescas: Robaron La Gioconda. Una noticia tremenda para el mundo entero. Pues, bueno, no me voy a liar, la cosa es que, investigando, investigando, la policía llegó a la conclusión de que los autores del robo eran Pablo Picasso y su amigo Apollinaire, un poeta. No era raro que sospecharan de ellos, porque los dos ya habían comprado piezas robadas del museo, y Pablo guardaba alguna de ellas en su casa. Pero, al final, se aclaró todo, no fueron ellos. Además, Picasso llegó a tener después tanto dinero, que podría haber comprado el cuadro al precio que le hubieran pedido.
En fin, voy a seguir por donde iba antes de esta anécdota. Después de aquellos periodos de colores, llegó el cubismo, y él tenía una novia, Eva Gouel, que… ja, ja… que si la vierais… ja, ja, ja. Eso no hay por dónde cogerlo. Pablo estaba experimentando y, en realidad, nadie entendía qué estaba haciendo. Así que la gente empezó a aburrirse con ese estilo incomprensible del cubismo abstracto y Picasso se puso a probar nuevas técnicas.

Entonces, él sentó cabeza y se casó con Olga Khokhlova, una bailarina rusa; según ella, sobrina del Zar (vete tú a saber). Una mujer con mucho carácter. Ella dijo que si Pablo la pintaba, que lo iba a hacer en plan serio, nada de experimentos, a ella se la tenía que reconocer. Y de ahí salió lo que llaman la época neoclásica de Picasso: retratos de su mujer en los que su mujer sale muy española y muy guapa, que todo hay que decirlo.

Bueno, ahora viene lo importante. Llegué yo y Picasso dice que vuelve a las andadas con el surrealismo. Así que ahí estaba yo, aguantando el tirón. La verdad es que tampoco me importaba mucho, que me pintara como quisiera, yo estaba bien de cualquier manera.
El caso es que llegó la Guerra Civil española y a él le afectó mucho. Fue entonces cuando pintó el Guernica, para muchos, el cuadro más importante del pintor. A partir de ahí, se convirtió en el genio que es hoy.

Fue maestro y referente de todos los grandes pintores que le han seguido y, aunque yo me queje por «mis pintas», estoy muy orgullosa por que mi retrato sea una de sus pinturas más conocidas, y no es ninguna tontería, porque Pablo Picasso batió un récord Guiness, siendo el pintor que más obras ha dejado. Dieciséis mil, en total, así que ya os podéis imaginar lo difícil que es que una servidora esté entre sus pinturas más reconocidas, y eso que muchas de sus obras se han perdido, unas las tienen coleccionistas que no las mostrarán nunca, otras, se quemaron en incendios y algunas se hundieron con el Titanic.
En fin, que fue un grande entre grandes y que nos dio la lección más importante que podemos recibir: Por mucho que te digan que lo que haces no va a llegar a ninguna parte, que nadie va a entender tu trabajo o que tus ocurrencias son absurdas, haz lo que te gusta y hazlo con pasión.
Olga Lafuente.
Pues un relato muy instructivo, desconocía esa anécdota y las fases por las que pasó Picasso. Fantástico, Olga
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Muchas gracias, María José. La verdad es que hay muchas curiosidades poco conocidas sobre Picasso, a pesar de que pensamos que ya lo sabemos todo de él.
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Enhorabuena Olga, una hermosa forma de siembra… entre col y col, lechuga.
Nos has hablado de arte, de la bella pintura de Picasso y de su modelo María Teresa de paso. Lo que podía haber sido una buena lección sobre varias cosas, como te dije de Picasso, de María Teresa su modelo, de los estilos del pintor, de varias de sus obras, lo haces fluir en modo cuento con ese estilo tan propio de narración que tienen los cuentos, ese estilo que te abre el apetito de recorrer de la mano de la autora la historia.
Me ha gustado esa escusa de escribir un cuento para encajar una buena lección sin aburrir con la seriedad que conlleva muchas veces el rigor de la enseñanza seria.
Y quizá muchos no lo capten, pero Olga también nos está hablando de los moldes y patrones de la cambiante belleza, como veis la belleza es muy relativa a través de los tiempos, por eso jamás me siento feo, porque no hay un único patrón de belleza, es más desde que descubrí la palabra exótico mi fealdad se valora más que a la palabra guapo. Un guapo es algo simple, un feo exótico es más grande porque lo forman dos palabras, como los apellidos compuestos de la nobleza, y además exótico me lleva a los misterios de los cuentos orientales, a esa belleza de tierras lejanas… Somos bellos, el problema es de los que miran y no ven.
Gracias Olga por unir enseñanza con cuento.
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Muchas gracias por desarrollar tan bien el mensaje. La belleza es las dos cosas: una tiranía, porque nos impone un canon, y una oportunidad para descubrir otros ideales. Los genios lo saben y, por eso, siguen adelante con sus sueños. Lo que un día no quiso nadie se convierte, después, en una obra de arte. Así es la vida y así somos los humanos.
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Efectivamente, por eso si buscas la belleza en el exterior te llevas grandes dosis de frustración, que pena no miremos más a los adentros que es donde encontrarás la belleza de verdad. Un abrazo
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