Es hora de comenzar
a soñar, la realidad
puede esperar.
Razonar no está de más,
pero la imaginación hay
que dejarla volar.
Que extienda sus alas,
si no, se marchitarán
como las hojas de las flores
a las que hace falta regar.
Deja que vuele libre.
No hagamos caso a quién
en la razón quiere oprimirte.
Es hora de alcanzar este
tren que nos espera en el
andén.
Recorrer cada parada,
estación,
sensación,
emoción,
a la que estemos
destinados a llegar.
Y si el destino es distinto
a lo que el viaje ha establecido,
cambiémonos de sitio
y viajemos siendo dueños
de nuestro camino.
Extendamos las alas de
la imaginación.
Juguemos una partida
de cartas con naipes de
nubes blancas, negras
o pardas,
esponjosas o densas.
Seamos capaz de jugar a
marcar un gol usando la
luna como balón.
Creámonos capaces de
iluminar nuestras noches
con un sol como bombilla
de nuestra habitación.
Creámonos capaces de
realizar todos nuestros
sueños.
Es hora de comenzar
a volar, a caminar
a través de senderos
y puentes que a nuestros
sueños nos conducirán.