Publicado en A partir de 8 años, Educación Emocional, Recursos para docentes

Siempre es Navidad

Soy Amanda, una de las elfas de Santa. En nuestra sección todos los elfos tenemos nombres muy peculiares: Amor, Alegría, Salud, Felicidad… y Soledad. Sí, Soledad, no pega para nada con la temática de nuestra sección. Lo sé. Todos los elfos lo sabemos. Nadie comprendía por qué Papá Noel la puso en nuestra sección y, menos aún, por qué era ella quién dirigía todo el cotarro. Al menos, de entrada. Porque después de aquella noche, una noche cualquiera, donde la luna se entristecía más de la cuenta y se replegaba tanto sobre sí misma que apenas se veía en el horizonte, lo comprendimos todo en un plis plas.

Vamos por pasos, como dicen las maestras de mates cuando hay que resolver un problema complicado.

Soledad revisaba las cartas de los niños y de las niñas y nos leyó lo siguiente:

Querido Santa. Lo único que deseo para este año es que papá y mamá vuelvan a estar juntos. No como novios. No. Solo para la cena de Navidad. Quiero que podamos sentarnos en la misma mesa a cenar sin que discutan. Es difícil. ¿Crees que podrás? No importa que no sea en Navidad, puede ser cualquier día. En lo único en lo que ambos están de acuerdo siempre es que siempre es Navidad. Bueno, y en que me quieren.

            Tu amigo por siempre jamás, Sergio.

Soledad mientras leía la carta, lloraba. No como hacen por la tele. Lloraba de verdad, de forma silenciosa y reposada. Creo que cada lágrima le daba un pellizco en el corazón, porque se llevó la mano al pecho en más de una ocasión.

―¿Qué hacemos? ―preguntó con menos entusiasmo del habitual Felicidad.

―¡Una carta, una carta! ―repitió Entusiasmo corriendo al escritorio. En cero como dos segundos ya estaba de vuelta con papel y lápiz.

―¿Y qué le vamos a poner? ―Salud, no estaba muy convencida con la solución propuesta. ―Quizás no la lean o no se la tomen en serio.

―Creerán que es falsa ―dijo Soledad con una tristeza que no cabía en ningún patio de colegio.

Todos los elfos se pusieron tristes. Incluso Felicidad derramó una lágrima.

―¿Qué hacemos entonces? ―Amor iba de un lado a otro abrazando a todos los elfos para que se sintieran mejor.

―Vamos a escribirle una carta a Sergio. Santa recibe cientos de cartas similares cada año. Le pediremos a uno de nuestros embajadores rojos que hay repartidos por todo el mundo que se la dé. En su colegio va uno de ellos. Se la haremos llegar.

Soledad cogió el papel y lápiz que le ofreció Entusiasmo. Escribieron una carta, no una cualquiera. No. Escribieron una carta salida de todos los corazones élficos de la sección. Era tan bonita que lloraron y lloraron. De hecho, la sellaron con lágrimas de elfos. Una señal de buena suerte en el mundo mágico. Eran lágrimas que comprendían la Soledad del niño, claro, y también le ofrecían todo su amor, alegría, entusiasmo, felicidad… y un sinfín de emociones hermosas.

¿Te atreves a escribir esa carta? Seguro que será estupenda. Puedes añadirla en comentarios en la entrada.

Autor:

Autora de la novela negra El ladrón de almas, del libro de poesía #RenglónVacío, de la novela Media Vuelta y de la novela juvenil ¡Padre no puede enterarse!, Mamen Ruiz. Estás en cada hoja que leo y cada letra que escribo.

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