Érase un bosque poblado
con árboles y animales,
unos altos, otros jóvenes
y sólo algunos frutales.
En lo profundo del bosque,
un gran jabalí habitaba,
fuerte y fiero, que comía
más que lo necesitaba.
La ardilla desde la rama
ve con preocupación
que todos los frutos come,
el jabalí abusón.
Decide bajar y le habla,
vence al miedo,
alza la voz:
«¡Para! ¡que si te lo acabas,
el hambre será más feroz!
Hoy el árbol te alimenta,
pero un día fue semilla.
¡Deja que algún fruto crezca!».
Dio su consejo la ardilla.
Y lo entendió el jabalí.
La ardilla tiene razón:
ni egoísmo ni impaciencia,
pues nunca habrá mejor ciencia
que paciencia y corazón.
Autores: Juan Carlos Burgos @JuanRuache y Ana @seriesvspelis