Publicado en A partir de 14 años

La Maga

Magia, Edén, Lilith, solimán, Baphomet… eran algunas de mis palabras preferidas. Con ellas María, mujer invidente, me entretenía con sus relatos mitad fantasía, mitad realidad.

Eran aquellos años del siglo XX en los que ser ciega estaba todavía considerado una maldición divina.

María era una de las últimas brujas que habitaron Iberia, pese a toda la labor de limpieza sin sentido que había ejercido la Inquisición y, últimamente, la dictadura.

Y yo era una de las últimas lazarillo. Adoraba aquella profesión, me hacía sentir importante.

María acudía a casa de mis padres a buscarme porque necesitaba ir a la feria, al médico, a comprar un vestido o unos zapatos. No importaba la razón. Y siempre me escogía a mí entre todos los hermanos:

—Me llevo a Azul, ella es la más pura. Ella está pendiente, no me engaña, es honesta…

A mí aquello me hacía crecer leguas. Eran los piropos más embelesadores que escuchaba siendo la séptima de ocho hermanos.

En la casa hacía falta el dinero y, por supuesto, que me dejaban ir encantados. Yo me sentía con ello útil para la familia.

Con María aprendí a interpretar los sueños, a conocer el significado de los números, a ver el aura de las personas, a mover las cosas con el pensamiento, a elevar a una persona sin tocarla. En fin, con ella me convertí en la maga que soy.

Autora del texto: María José Alvite

Imagen: Lucía Pérez Alonso

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