Publicado en A partir de 6 años, Poesía

UNA FANTASÍA DE POESÍA

La poesía es fantasía

porque cumplirás tus sueños

y tendrás alegría.

Si no tienes alegría

te asignarán un guía.

La poesía es fantasía.

Te levantarás cada día

con armonía,

sin melancolía.

Gracias, fantasía.

Gracias, alegría.

Gracias, poesía.

Autora: Elia Pérez Gómez.

5º E.P. CEIP Beatriz Galindo.

Bollullos de la Mitación. Sevilla

Publicado en A partir de 6 años, Cuento

La Caja de las Aventuras

—Sofía, te invito esta tarde a mi casa a merendar, vendrá también Clara— dijo muy entusiasmada Alba, mientras las otras amigas daban brincos de alegría por la invitación.

Cuando Sofía llegó a casa de su amiga se quedó extasiada al ver toda la colección de Nancys y Barbies que tenía Alba.

—¡Pero esto es impresionante! Parece una tienda de juguetes. ¿Podemos jugar con las Nancys? Oh, me gusta muchísimo la que va disfrazada de sirena. Tú podrías ser Lucas y cuando llegue Clara que elija otra, ¿podemos, podemos, porfa? — Sofía le ponía caritas y se acercaba a Alba lloriqueando como un perrito.

Imagen de Alexas_Fotos en Pixabay 

—De eso nada, he pensado que podemos jugar a la Play y luego hacer videos de Tik Tok, yo elijo las canciones.

—Pero, ¿por qué no podemos jugar con las muñecas?

—Porque están muy chulas donde están, y jugar con ellas es un rollo.

Cuando llegó a casa Sofía, después de estar con sus amigas, estaba muy seria.

—Cariño mío, ¿qué te pasa? —Le preguntó su madre.

—Jamás me he aburrido tanto estando con mis amigas. Doce Barbies, ocho Nancys, siete LOL y hemos estado toda la tarde haciendo muecas con un móvil, bailando movimientos imposibles de hacer y comprando cosas para unos muñecos de un juego de la tablet  que se llama Toca Boca. ¡Un aburrimiento mamá, un aburrimiento!

Imagen de Kon Zografos en Pixabay 

—Pues hija, el sábado ya sabes que viene Alba a casa, sus padres nos la dejan porque tienen una comida importante y no la pueden llevar.

—Pues yo no tengo móvil, ni Tablet, tendrá que jugar conmigo a lo que siempre juego. Ya veremos qué pasa.

Cuando Alba llegó el sábado a casa de Sofía alucinó en colores.

—¿En serio tía que no tienes ni móvil ni tablet? ¡Pues podrías haberme avisado y me hubiera traído los míos, ¿ahora qué haremos?

—Pues jugar con “La Caja de las Aventuras”. — Sofía le enseñó una caja de madera muy grande decorada con los colores del arcoíris.

—¿Y qué es eso con tanto brilli brilli? — Alba señalaba la caja haciendo gestos muy exagerados con las manos.

En el interior de “La Caja de las Aventuras” había diferentes apartados con sobres de colores enumerados hasta el doce. En un lateral había dos dados cuyas caras estaban decoradas con dibujos de purpurina.  El uno era un unicornio; el dos eran lunas sonriendo, el tres, soles con los mofletes gorditos; y así cada cara era diferente.

—¡Oh que dados más bonitos, no había visto nunca unos así! — Alba los cogió entre sus manos observándolos y de inmediato el juego la atrapó— ¿Y qué hacemos con estos sobres?

La sonrisa de Sofía, de oreja a oreja, le iluminó la cara.

—Lanza los dados sobre el tapete que está aquí—. Sofía cogió una tela que estaba doblada debajo de lo dados y la extendió sobre la mesa. Las imágenes de las caras de los dados aparecieron sobre la tela en 3D y parecían que se movían. — Venga, tira.

—Vale, me ha salido un tres y un dos, ¿qué hago ahora?

—Coge el sobre con el número cinco y lo guardas. — Le contestó Sofía lanzando ella ahora en su turno. — Yo el doce. Venga abre el sobre tú primero.

Alba sacó del sobre nº 5 tres tarjetas:

Disfraz: pirata.

Aventura: buscas un tesoro.

Final: Tienes dos opciones a elegir: Encuentras el tesoro y te haces rica; No encuentras el tesoro y te apresan porque eres una pirata muy buscada por la policía.

Sofía abrió su sobre nº 12 y sacó sus tres tarjetas:

Disfraz: astronauta.

Aventura: buscas agua y plantas en otros planetas.

Final: Tienes varias opciones:

  • Encuentras agua;
  • Encuentras plantas comestibles;
  • Inventa nuevo final.

—Y ahora ¿cuál de las dos historias elegimos? — Preguntó Alba.

—No se puede elegir, tenemos que inventarnos una historia donde se incluyan las dos. Eso es lo divertido. Empecemos por disfrazarnos, ¿qué te parece? — Sofía estaba ya dando vueltas a su cabeza para intentar unificar las dos historias y tratar de buscar un nuevo final.

A las nueve de la noche los padres de Alba llegaron de su comida para recoger a Alba. Se quedaron sorprendidos al ver a su hija disfrazada de pirata astronauta, en su poder tenía una caja que llevaba escrito TESORO, en el interior había agua y una planta. Sofía, disfrazada de astronauta había encontrado plantas y agua en su nuevo planeta y había decidido unirse a la pirata Alba y negociar al mejor postor las coordenadas del nuevo planeta.

Autora: María José Vicente Rodríguez

Publicado en A partir de 6 años, Cuento

Las estrellas de Rosa

Rosa soñaba desde pequeña con las estrellas porque la luz que desprendían espantaban sus miedos. Su universo era el universo.

Quiso alcanzar las estrellas para que la oscuridad no invadiera sus pesadillas. Rosa creció y creció, pero siempre su vigilia y sus sueños debían ser iluminados por una lamparita que la hicieran sentir segura: el sol, de día; la luna y las estrellas de noche, hasta que creyó que no solo debía alcanzar las estrellas, sino que era mejor atraparlas, así la luz siempre estarían con ella.

Creyó que no solo bastaba alcanzarlas, sino que necesitaba atrapar a las estrellas

¿Cómo conseguiría atraparlas?

Inventó una linterna con la que proyectaría su haz de luz hacia la estrella que quería y en ese mismo instante la atraparía.

Cada noche salía más y más lejos con su linterna, pues las estrellas más cercanas no estaban, ya las poseía. Sus miedos fueron desapareciendo porque toda la luz del universo la almacenaba, sintiéndose acompañada.

Con su linterna ada noche atrapaba estrellas para sentirse segura

Pronto la oscuridad del cielo se hizo inmensa y Rosa se fijó una noche que la luna estaba muy triste.

—Luna, ¿por qué estás tan apagada? —Le preguntó Rosa atrapando su última estrella. —Mi luz es la misma de todas las noches, son las estrellas las que engrandecen mi brillo, pero ya no queda ni una con quien poder bailar y cantar. —Dijo la luna con la soledad grabada en su cara. —No tengo compañía para iluminar los sueños, que como tú, tienen otros niños.

Rosa se dio cuenta del error que había cometido, tenía que devolver las estrellas a su hogar. Sintió pánico, ya que sus miedos podían volver pero se armó con fuerza y valentía; cogió su linterna y se embarcó en un cohete con el que ascendería hasta más allá de la luna.

Rosa se embarcó con valentía en un cohete

Debía enfrentarse a la oscuridad.

Flotando en la negrura del cielo percibió el silencio, la tranquilidad. No había miedos, ni ruido en su mente, solo paz. Abrió su linterna dejando en libertad las estrellas que volvieron a brillar en el firmamento.

Volvió a sentir que la calma del universo era su universo.

Autora: María José Vicente Rodríguez

Publicado en A partir de 6 años, Cuento, Poesía

La pestaña perdida

Iris y Aro lloraban en el prado.

—¿Qué os ha pasado?—

La verruga Verru

preocupada preguntaba.

Que una pestaña ha volado

y no la encontramos.

—No os preocupéis, ya nacerá

otra pestaña tan pesada

como una castaña.

¡Queremos nuestra pestaña!

¡Sin ella no somos nada!

¡¡¡Dejad de llorar!!!

¡¡¡Dejad de buscar!!!

que otra pestaña nacerá

La verruga Verru algo ocultaba

mas una brisa sopló y la hizo

estornudar.

¡Atchis!

La verruga Verru también perdió su pelo, que era la pestaña perdida de Iris y Aro

Un pelo de la verruga de Verru

salió disparada,

mas resultó ser la pestaña

de Iris y Aro,

y tan rizada.

Autora: María José Vicente Rodríguez

Publicado en A partir de 6 años

Un desfile de modas muy especial (Escritora invitada María Añasco)

Unas amigas de cuatro patas se reunieron.

—¡Vamos a crear un desfile de moda! —decidieron.

Y se pusieron a pensar y a pensar, cómo organizarían el desfile con fines benéficos para el refugio de mascotas extraviadas.

Todos en reunión, tomaron la decisión de hacer un pase de modas para recaudar fondos

¡Qué ajetreo!

Unas tijeras por aquí, mucho hilo por allí. La máquina de coser también cosía sin fin.

Los modelos llegaron:

Un gatito bien peinado, dos perritos muy simpáticos, un loro cantante y hasta un pequeño hamster ha participado.

Lucieron distintas prendas, de colores sorprendentes y de telas estupendas.

Cuando terminó el desfile, el aplauso se escuchó desde el Caribe hasta en Chile.

Los invitados se fueron gratamente sorprendidos y en todos los rincones se habló de lo bonito que eran los trajes y los vestidos.

El desfile fue un éxito total y se consiguieron muchísimos regalos para el refugio de animales

¡Qué éxito tuvieron estas amigas de cuatro patas!

Las prendas se agotaron, ¡todas se vendieron!

Y el hogar refugio de juguetes y golosinas quedó repleto.

También para pintarlo hubo dinero y tan famoso se hizo el refugio, que en la televisión, los animales aparecieron y sus familias humanas por fin los recogieron.

Autora: María Añasco

¿Sabías que…?

Cuando decidas adoptar un animal ya formará parte de tu familia, para ello puedes acudir a los diferentes refugios de tu ciudad y hacerles una visita, seguro que allí encontrarás amigos como los de nuestra autora, María Añasco.

Mira que graciosos están sus mascotas, aquí tienes un desfile de moda particular:

Publicado en A partir de 6 años

El sueño de Amalia

El sueño de Amalia

Amalia es una pequeña niña, linda y muy dulce, como todos los niños.

Ella adora los animales, pero nunca ha tenido uno en casa. Ese es su mayor sueño: tener una mascota a quien querer y con la que pueda jugar.

Su padre le ha explicado que no se deben comprar a las mascotas, ni tampoco ser regaladas.

—¿Por qué no se puede, papá? —preguntó lo niña, algo triste.

—Es para evitar que los animales sean luego abandonados por las personas. —contestó su padre, tratando que su pequeña le entendiera.

—Yo lo querría mucho, y nunca, nunca, le haría daño ni lo abandonaría —fue la respuesta de Amalia y sus palabras llegaron al corazón de su papá.

—Lo sé, mi niña. Quizás un día, cuando estés algo mayor y sepas como cuidar a un perrito, darle su alimento, bañarlo y puedas limpiar todo si ensucia, entonces te llevaré a un refugio para adoptar un pequeño cachorro, el que más te guste.

Los ojos de Amalia se iluminaron como dos estrellas brillantes. Esa es su gran ilusión y esperará el día en que pueda adoptar a su mascota.

—Gracias, papi. Me alegraré mucho si lo podemos hacer.

Y Amalia se sentó en un lugar del salón, imaginando que tenía a el pequeño perrito en sus brazos, que jugaba con él. Cuando eso sea una realidad, le pondrá un bonito nombre, cuidará de él y le dará mucho amor. Será como tener un amiguito con quien compartir momentos felices.

Amalia imaginaba el momento cuando jugaría con su perrito.

Un año después, cuando Amalia tenía seis años, su padre la llevó al refugio a buscar un perrito que necesitara un hogar. Allí, apenas entrar, su mirada se dirigió al lugar donde una pequeña perrita de color canela estaba echada, como esperando a que alguien fuera por ella.

Hicieron los arreglos y le dieron a la pequeña chihuahua en adopción. Al llegar a casa, el padre pregunto:

—¿Qué nombre le pondrás a tu amiguita?

Amalia mostró una gran sonrisa y le contestó:

—Canela, se llamará Canela, como el color de su pelo.

Desde ese día, la casa se llenó de alegría y risas con los juegos de Amalia y Canela. Eran dos seres hermosos: ella llena de ternura, y la perrita, inteligente y juguetona, aunque también era algo ruidosa, con sus agudos ladridos.

Nota del autor: Dedicado a mi sobrina nieta, Amalia, por su cumpleaños.

Autor: Adalberto Nieves. @Yocuento2

Imágenes: Fotos del autor e imágenes de Pixabay

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El jabalí y la ardilla (Juan Carlos Burgos y Ana, escritores invitados)


Érase un bosque poblado

con árboles y animales,

unos altos, otros jóvenes

y sólo algunos frutales.


En lo profundo del bosque,

un gran jabalí habitaba,

fuerte y fiero, que comía

más que lo necesitaba.


La ardilla desde la rama

ve con preocupación

que todos los frutos come,

el jabalí abusón.


Decide bajar y le habla,

vence al miedo,

alza la voz:

«¡Para! ¡que si te lo acabas,

el hambre será más feroz!


Hoy el árbol te alimenta,

pero un día fue semilla.

¡Deja que algún fruto crezca!».

Dio su consejo la ardilla.


Y lo entendió el jabalí.

La ardilla tiene razón:

ni egoísmo ni impaciencia,

pues nunca habrá mejor ciencia

que paciencia y corazón.

Autores: Juan Carlos Burgos @JuanRuache y Ana @seriesvspelis

Publicado en A partir de 6 años

El lorito Papo (María Añasco, autora invitada)

El lorito Papo

es muy consentido.

No teme a perros

ni a los maullidos de los gatos.

Les quita los juguetes

se toma su leche,

y dejan que haga travesuras,

porque no quieren que Papo grite:

¡Es tan fuerte su canto

que cuando se enoja

una banda de rock parece!

Se pusieron de acuerdo un día,

las mascotas de la casa,

y convencieron a Papo de que como artista

compartir sus dones de cantante debía.

Ahora Papo sale a cantar al jardín

y recibe, el aplauso de los transeúntes.

Así los amigos, están muy felices.

Y su repertorio,

¡ no tiene fin!

Autora: María Añasco

Redes sociales: Twitter @Lolita74vargas

¿Te cuento unas curiosidades?

El lorito Papo es la mascota de la autora de este cuento-poesía. Aquí lo tienes en vivo y en directo con sus otros amigos.

Papo, es un loro de la especie amazona de frente azul y puede vivir hasta los 90 años. Cuando aprendió a emitir sonidos, imitaba a un rockero argentino que se llamaba Papo, de ahí su nombre.

Cuando era chiquitín lo alimentaban con jeringas de leche, luego comía choclos (maiz tierno), frutas y pan.

A los 20 años, se fue de gira a cantar por todo el país, porque marchó con una bandada de pájaros y nunca volvieron a verlo de aparecer.

Publicado en A partir de 6 años, Cuento

Un enorme regalo (Microcuento Jazzz)

Felipe es un niño

que además de ser hermoso,

es muy afortunado,

hasta su balcón ha llegado

un enorme regalo,

de elegantes alas azules

y su pecho de un bello anaranjado.

Es tanto su asombro

que un delicioso manjar

le ha preparado,

y en agradecimiento la bella ave

a su oído le ha susurrado…

“Niño de gran corazón,

tu gesto será recompensado,

en el jardín del Edén

ha florecido un jazmín blanco

que cuando percibas su aroma

te hará sentir el ser más amado,

tu alma tocará y por siempre

vivirás ilusionado”.

Publicado en A partir de 6 años, Cuento

CASCABEL SASTRE

El Señor Cascabel se escondió bajo una hoja porque Don Gato iba tras él. No podía escapar porque su tintineo constante le delataba y, el pobre, temía ser atrapado.

Don Gato, aburrido, volvió a su casa y allí se quedó el Señor Cascabel asustado, y luego, dormido.

Al día siguiente, alguien despistado de un puntapié disparó al Señor Cascabel hasta un árbol.

Tintineo por aquí, tintineo por allá y al ojo tuerto del sastre vino a parar.

—Señor, lamento mucho haberle hecho daño, yo también me he abollado.

—¿Tú eres el Señor Cascabel?

—A sus pies .—El Señor Cascabel hizo una reverencia sobre la mano del sastre, que la tenía muy pegadita al ojo que le quedaba sano.

—¿Puedo pedirte ayuda?—Le preguntó el sastre.

—¿De qué se trata?

—Como ves, perdí un ojo y el otro que me queda, con la edad, va perdiendo visión. Soy sastre y ya no veo bien por donde doy las puntadas. Con tu tintineo podrías ayudarme a hacer mi trabajo. Te pagaré bien.

—Estaría encantado si me quitas de encima a Don Gato, que siempre me tiene al acecho. Le gusta mucho mi sonido y vaya por donde vaya siempre me persigue.

—¡¡¡Eso está hecho!!! — El sastre se puso muy contento pues la ayuda del nuevo compañero le vendría de perlas.

El sastre se entrevistó con Don Gato para que dejara en paz a su amigo y a cambio le regalaría un ovillo rodeado de pelotitas sonoras y una capa realizada en el mejor paño. Don Gato aceptó encantado, pues mucho más le gustaban las nuevas pelotitas sonoras, que un cascabel viejo y deslucido.

El Señor Cascabel guiaba al sastre en su oficio: si debía seguir un pespunte se dejaba rodar por la tela con un tintineo constante; si se trataba de hilvanar, pequeños saltos daba donde la aguja debía subir y bajar. Además aprendió a zurcir y a hacer ojales.

A partir de ahora todos en el pueblo los conocían como Cascabel Sastre.

Autora: María José Vicente Rodríguez