UNA REUNIÓN URGENTE
El mismo viernes después de la merienda, estaban todos conectados menos Pedro, que decidió no unirse a la reunión. Debía estar muy enfadado y nadie le insistió.
—¡Chicos! —dijo Bea—, estuve en la clase de Pedro tal y como quedamos, y no saben muy bien qué ocurre, pero me han contado que Pedro guardaba un pintalabios en el bolsillo y que la profesora Carmina se lo quitó.
—Espera, espera, espera —interrumpió Marta—, ¿dices un pintalabios? ¿Era rojo?
—Pues no lo sé con seguridad, ¿por qué? ¿sabes algo sobre eso? —respondió Bea.
—Bueno, no estoy segura, pero Pedro me preguntó dónde podía comprar un pintalabios rojo muy llamativo y aunque me extrañó no le di importancia. Luego recordé que mi madre tenía uno y que lo iba a tirar a la basura porque no lo utilizaba. Así que se lo pedí y en cuanto lo tuve se lo di a Andrés en su clase, hoy mismo, por la mañana.
Todos estaban muy intrigados.

—Debe ser ese pintalabios entonces —afirmó Jaime.
—¿Pero para qué quiere Pedro un pintalabios? —preguntó Ana en voz alta.
—Pues no lo sé porque no me dijo para qué lo quería y como es normal en mí, no le pregunté—respondió Marta encogiéndose de hombros.
—Según Pili, la compañera de Pedro que me contó lo que ocurrió, escuchó claramente cómo él decía que no podía contar para qué lo necesitaba y me dijo también que por ese motivo lo llevaron al despacho del director y que lo más raro fue que la profesora dijo que Ruth también tenía que acompañarlos —explicó Bea.
—Cuánto misterio alrededor de un pintalabios y qué extraño todo —para Andrés, todo aquello no tenía sentido y era un auténtico rompecabezas.
—Vaya, esto pinta muy regular —pensó en voz alta Jaime y todos asintieron.
Ana, que era la que siempre tenía buenas ideas, de pronto habló:
—Marta, tú eres vecina de Pedro, ¿puedes intentar hablar con su hermana mayor, Lola?
—¡Es verdad! —exclamó Marte entusiasmada— Suelo verla en la urbanización leyendo y además normalmente baja sola. Ya os contaré, porque no quiero tampoco decirle que lo han llevado al despacho del director y que encima Pedro me llame bocazas.
—Tienes razón, Marta, es delicado, pero seguro que algo se te ocurre —le animó Ana.
—Perfecto —dijo Jaime —, si os parece bien quedamos mañana por la mañana en el parque. Tengo que pasear al perro, lo estamos educando para que haga sus cosas fuera y no podré estar en Zoom.
Continuará…
Me encanta lo actualizado que está la saga con las reuniones del grupo por zoom.
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