Publicado en A partir de 10 años

El pintalabios de Pedro. Capítulo 11

¿QUÉ HACE AQUÍ RUTH?

El domingo por la mañana, Marta miraba a su madre mientras desayunaba. Estaba muy contenta yendo y viniendo, mientras hablaba y escribía en el móvil.

Definitivamente algo tramaban los adultos. Tenía que ser más rápida que ellos porque temía acabar disfrazada en la fiesta de la prima de Pedro.

—Mamá hoy me duele mucho la barriga, pasaré el día en mi habitación a ver si se me pasa, no podré ir con vosotros a la fiesta —dijo Marta, dejando el bol de cereales a un lado dramáticamente.

—Qué casualidad, Marta, has tenido la misma idea que Jaime, Andrés, Bea… Ya me ha advertido la madre de Pedro que estáis intentando sabotear nuestra sorpresa. ¡Pues a vestirse! Porque te va a encantar. Confía en mí —dijo la madre de Marta.

—Pero de payaso no me disfrazo, ¡que lo sepas! —Marta dijo esa frase enfadada mientras se dirigía a su cuarto.

—¿Con que es eso lo que os preocupa? —dijo la madre entre risas.

La carcajada de su madre sonó con mucha fuerza. Definitivamente los mayores podían ser muy injustos hasta cuando decían querer ayudar.

Marta no quería disfrazarse en la fiesta, por eso fingió que le dolía la barriga y dijo a su madre que no podría ir a la fiesta del cumpleaños de la prima de Pedro, pero era tarde, porque todos sus amigos habían puesto la misma excusa y los padres se dieron cuenta.

En una hora Marta estaba abajo en el portal con Pedro y Lola.

—Lo siento mucho, todo esto ha sido culpa mía por habérselo contado a mi madre para comprar las pinturas del disfraz—se disculpó Marta.

—Qué va Marta —se apresuró a decir Lola—. Todo esto fue idea mía, fui yo la que convenció a Pedro para dar una sorpresa a mi prima y le hice prometer no contar nada… Necesitábamos un pintalabios rojo, o algo para poder pintarle la cara cuando se disfrazara… lo demás ya lo sabemos. No es culpa tuya, cómo ibas a saber que se liaría la que se ha liado.

Pedro le apretó un hombro para confirmar las palabras de su hermana y tranquilizarla. A Marta se le disparó el corazón y Lola sonrió como si se diera cuenta.

En una hora estaba toda la pandilla, menos Ana que la llevaría su tío, en la furgoneta conducida por el padre de Pedro y Lola como copiloto. En voz muy baja, Andrés les informaba de un plan para pasar desapercibidos en el cumpleaños en cuanto llegaran. Según él, el único que debía estar allí era Pedro y su hermana Lola.

Al fondo de un césped enorme, decorado con globos y banderines, se levantaba un pequeño escenario.

La pandilla buscaba en silencio donde escabullirse, tal y como había dicho Andrés, cuando Pedro asió del brazo a Marta y exclamó en voz alta:

—¡Esa es tu prima!

En un rincón del jardín se encontraba Ruth con sus padres y su semblante era serio. Hacia ellos se acercaba la madre de Marta con una bandeja de bocadillos

Ruth estaba sentada y escuchaba con atención lo que uno de los adultos le decía.

—Lo que nos faltaba —se lamentó Jaime—. Pero que alguien me explique qué hace tu madre llevándole bocadillos, con lo mal que se ha vuelto a portar.

Marta no contestó, estaba tan sorprendida como sus amigos.

—Creo que saldremos de dudas muy pronto —dijo Jaime en voz baja y todos observaron que Ruth, sus padres y la madre de Marta, se dirigían a donde se encontraban reunidos. Instintivamente cada uno miró hacia algún lado, como queriendo escapar, pero ya era tarde.

La fastidiosa de Ruth habló de manera amigable, como si no hubiera ocurrido nada:

—Hola chicos —dijo con una sonrisa torcida. Sus padres quedaban justo detrás de ella y no podían ver su expresión. Después se dirigió a Pedro con el mismo tono amigable, que para nada acompañaba a su ceño fruncido—. Me ha explicado la madre de Marta que la razón por la que querías el pintalabios era para dar una sorpresa a tu prima pequeña. Malinterpreté todo y quiero pedirte perdón. Por supuesto, le explicaré a doña Carmina mi error y que no eres un vándalo.

Las caras de satisfacción de los adultos enojó a Marta, para ellos, Ruth solo se había equivocado y estaba rectificando, pero ella y sus amigos sabían que no era así. Solo había sido descubierta y tenía que volver a esconder sus verdaderas intenciones.

Andrés, con sus puños apretados, fue el primero en responderle:

—Vaya Ruth, qué buena chica eres. Ojalá una disculpa fuera suficiente, creo más bien que deberías demostrar tus palabras.

Los adultos lo miraron algo sorprendidos.

—Andrés, mi hija ya se está disculpando —la voz del padre de Ruth sonó muy seria.

—¡Oh Ruth! Rectificar es de sabios, no seas tan duro con ella Andrés, todos nos equivocamos… —dijo rápidamente Marta para salvar el pellejo a Andrés y calmar a Pedro, se le notaba por la expresión que iba a explotar de un momento a otro—. Ana se está retrasando y necesito a una chica para que nos ayude con la sorpresa, ¡qué alegría que hayas venido y te hayas disculpado con Pedro! ¡Esa es mi prima Ruth!

Los amigos de Marta no entendían nada, pero le siguieron el juego. Por experiencia sabían que Marta nunca hacía algo sin un motivo de peso.

Los padres de Ruth se tranquilizaron, no veían la cara de su hija, ahora perpleja y sin saber qué decir. Marta la agarraba fuerte del hombro y se la llevaba, seguida del grupo.

—Bueno chicos, ¡divertiros! No sabéis cómo nos alegra que seáis buenos amigos y os llevéis bien —dijo la madre de Marta muy orgullosa por el comportamiento de su hija Marta.

Continuará…

Autor:

Hola, me llamo Clara y soy la autora de http://clarabelen.com donde hago manualidades 🖍para niños y no tan niños y también podéis encontrarme en Facebook como Inspirateconclara (todo junto) o también en Instagram en @claraysuscuentos 🤗 Me encanta escribir y contar historias, 📝 sobre todo si son de fantasía y ganan los buenos.🧞‍♂️ Otra de mis aficiones es pintar y crear pasatiempos (para mí los mejores son los de encontrar 8 diferencias).🧚 No me gustan las películas de zombis, me ponen nerviosa, pero me encantan las de superhéroes y superheroínas. También podéis leer cuentos míos en https://relatos.clarabelen.com

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