Cuento inspirado en Muñeco de Cuenta Instagram @croche_dicas_brasil_
En un inmenso escenario, el más grande de todos, visto y por haber, vive una dulce flor llamada Reina. El escenario es la gran pradera de Archester, dónde ella se levanta todas las mañanas saludando al gran astro solar, EnSol.
En su mundo el Sol, es el dios más grande junto con LluVil, la diosa de la lluvia, estos son sus dioses de la Naturaleza.
Reina vive tranquila, jugando con sus amistades, haciendo sus tareas… Pero este año, es diferentes… esta al caer su cumpleaños y le preocupa, normalmente le encanta cumplir años y el despliegue que se hace en la pradera, pero este año… Si fuera por ella, se lo saltaría.
-Mama…, de verdad que no nos podemos saltar este año mi cumple…. -pregunta Reina por cincuentena vez a su madre.
-¡No cariño!, y mucho menos este año… Tu hermana ya tiene todos los preparativos hechos. Tú padre ya ha hablado con EnSol para que el despertar sea espectacular, tu hermano Cristol, ha hablado con los colibrís para que estén allí…. Y sabes que es un honor, no han estado en ninguna de las celebraciones de ninguna flor desde hace décadas…
-Lo sé, mamá… Pero por eso lo pregunto, si lo podemos aplazar… -Insiste Reina con voz triste.
-No entiendo qué te pasa, cariño… cualquiera en tu lugar estaría pletórica, emocionada, nerviosísima…
-Cualquiera en mi lugar, no soy yo… Sería otra persona. ¿Y qué pasa si me quedo sin voz? – pregunta Reina nerviosa.
-Eso no pasará, ninguna flor se ha quedado sin voz nunca… -dice su madre encantadísima por la situación.
Pero parece ser que sólo su madre está contenta, porque Reina no lo está, su cara es triste, su cuerpo esta encogido y sus ojos están muy cerrados; no tiene ganas de mirar a nadie, esta cabizbaja.
Es extraño, ella es una niña muy feliz que siempre va cantando, saltando y jugando por todos los rincones y a todas horas. Y con sus amigos los colibrís, que le acompañan siempre.
Su sitio preferido para quedar con ellos es el Alzimar de los Alvestrus, donde toca el agua del río con la gran pradera y se ven las montañas nevadas a lo lejos, pero hoy… Hoy… Reina no ha ido… – ¡Qué raro!, siempre es puntual….
Los colibrís se quedan desconcertados…
Caminando por la pradera, está Zimzubea, una abejita muy curiosa.
De pronto oye un lloro muy intenso que no sabe de dónde viene, así que alza su vuelo y se pone a buscarlo, es un sollozo desconsolador.
Va mirando por todas partes, debajo del Alzinar, entre los arbustos, cerca del pasto… Y después de un buen rato, debajo de una gran hoja verde le parece ver algo, entrecierra los ojos y fija su mirada en ese punto…
Y allí está, es nuestra amiga Reina.
Zimzubea, baja al suelo haciendo que sus alas dejen de moverse, se acerca con cautela y de manera sigilosa para no asustar la.
-Hola, ¿qué te pasa?, ¿porqué estás tan triste? -le pregunta con voz suave esperando una respuesta.
Reina la mira con los ojos llenos de lágrimas, su boca hacia abajo temblorosa y sin poder mediar palabra.
-¿No puedes hablar…? -le dice Zimzubea, y continúa…
-Si que es grande el disgusto que tienes, si hasta tus hojitas se están marchitando de tanta agua… ¡Ven!, ¡vamos, dame tu mano!… Iremos a que te dé el Sol, él hará que te sientas mejor, secará tus hojas y todo tu cuerpo cogerá calorcito, ya verás…
Reina le da la mano y la acompaña tímidamente.
Se sienta en la orilla del río, sin que sus pies toquen el agua, reclinada hacia atrás con las manos apoyadas en el suelo y la cabeza mirando hacia arriba, empieza a sentir como los cálidos rayos del Sol, le van secando poco a poco.
Cada uno de sus pétalos dejan de tener esa sensación de tristeza, se siente mucho mejor; incluso cierra sus ojos para llenarse toda de él.
Al abrir los de nuevo y mirar hacia su izquierda, se encuentra con la sonrisa, de su nueva amiga, de oreja a oreja y sus ojos llenos de emoción, por el buen resultado que ha tenido su idea.
-¡Qué bien, que estés mejor!, ahora ya me podrás explicar que era lo que te pasaba. -le dice Zimzubea.
Reina le ofrece una sonrisa dulce y le explica cuál era su preocupación.
Al acabar, Zimzubea se hecha las manos a la cabeza y exclama:
-Ahora lo entiendo todo, pero no es necesario ponerse así. ¿Tú sabes que todo tiene solución? -afirma Zimzubea.
-Sí que lo sé, pero a esto no sé encontrar ninguna que me guste a mí. ¡En todas sí o sí lo tengo que hacer, y no quiero! – dice Reina
-Vamos a pensar, estoy segura que entre las dos podemos encontrar la manera para que puedas hacerlo sin sentirte mal. Porque no hacerlo, no es la solución. ¿Verdad?
-Así, es… ¿Pero cómo haces algo que te da mucho, mucho miedo?
-Bueno, a veces es tan sencillo como cerrar los ojos, respirar profundamente y por dentro decirte un millón de veces, no pasa nada, Tú puedes hacerlo, volver a respirar y ¡hacerlo! Esto con las cosas que no tienes que moverte, porque si tuvieras que moverte con los ojos cerrados no puedes.
-¡Oh!, ¡Qué bien!, esto me puede servir a mí, porque yo no tengo que moverme, ¡Que bien, que bien!… -dice contenta Reina.
-Bueno… Hemos dado un pasito más, esto es importante. Ahora dime qué más te da inseguridad… -le pregunta Zimzubea.
-Es muy sencillo, no voy a estar sola, me gusta estar sola, a mi aire sin que nadie me mire y allí no voy a estar sola, es todo lo contrario…, yo no quiero ir… -dice Reina, y su tono de voz cambia de nuevo.
-A ver, cierra los ojos…
-Sí…
-Vale, ahora contéstame…
-Dime…
-¿A quien ves?…
-No veo a nadie… -dice Reina.
-¿Entonces…?, ¿Hay mucha gente… O estás sola?
-Pues la verdad, es que con los ojos cerrados estoy… Estoy… ¡Sola!, ¡Es genial, estoy sola!, ¡Que alegría!… -grita Reina emocionada y se pone a saltar.
Pero de pronto, baja de su nube y le dice…
-Pero… ¿Qué pasa si abro los ojos…?, ya no estaré sola… Y entonces… -antes de que pueda continuar, Zimzubea le dice:
-Yo estaré allí para que puedas mirarme a los ojos y sentirte segura para seguir adelante, además EnSol, también estará allí para darte calor y alegría…
-Y nosotros también estaremos allí para arroparte y sonreírte. -dicen unas vocecitas conocidas para Reina.
Reina se gira y los mira atónita sin saber que decir, y después de un corto silencio les pregunta.
-¿Cuánto tiempo lleváis aquí?
-El suficiente para saber lo que te pasa. -dicen los Colibrís.
Reina cierra los ojos y mira al suelo entristecida, todo el recuerdo de su miedo le hace volver a sentirse fatal… Pero esta vez es diferente, al abrir los ojos mirando al suelo, ve los pies de su nueva amiga, Reina levanta la cabeza le mira a los ojos y le sonríe diciendo:
-Esta vez es diferente, porque tengo una solución y si no funciona, os tengo a vosotros para sentirme fuerte y valiente. ¡Estoy preparada para Mañana!
Y en ese mismo momento, Reina se pone a jugar y saltar con Zimzubea y los Colibrís, olvidándose por completo de todo. Juegan y juegan, ríen, saltan y cantan, hasta que se hace de noche y cada uno se va a su casa.
-¡Hasta mañana!, recordar, nos vemos a las siete de la mañana en la pradera, la pradera más grande del mundo, mi escenario. -dice Reina con una sonrisa de oreja a oreja.
-Hasta mañana… – se despiden todos.
Por la mañana Reina estaba muy nerviosa, pero tenía algo que antes no tenía, CONFIANZA, confianza en ella misma y en que todo iba a salir bien.
Mientras se aseaba en el lavabo y acicalaba sus pétalos iba susurrando la canción,
YA ES MAÑANA