Publicado en A partir de 12 años

Antonio el pastelero

Antonio se levantaba muy de madrugada cada día. Como panadero y pastelero, debía comenzar sus labores muy temprano, para que le rindiera el trabajo y poder tener sus productos listos en la mañana al abrir su pequeño local. Esa era una rutina que se repetía día a día, no importaba la fecha del año. Todos eran días de trabajo.

A pesar de lo fuerte que era su actividad, a él le gustaba mucho lo que hacía. Elaborar pan y pasteles le daba la satisfacción que no le brindaba ninguna otra cosa. Llevaba más de treinta años como artesano del pan, desde que era muy joven y ayudaba a su padre, quien fue el dueño original del negocio.

Antonio fue el único miembro de la familia que se dedicó a mantener en funcionamiento la panadería y lo hacía con mucho agrado. Agradecía todos los días el haber sido el aprendiz de su padre, de quien conoció todos los secretos de ese oficio y lo que requería para lograr los mejores resultados, así como las recetas tradicionales que le dieron el buen nombre al local.

El negocio marchaba bien. Todos conocían a Antonio, por supuesto, era el dueño de la única pastelería de la región. Todos alababan sus panes y la excelencia de sus pasteles. No había celebración en aquella comunidad en la que no se brindara lo que su establecimiento ofrecía.

Un día, a mediados de la primavera, se conoció la noticia de la boda de la hija del Duque. Sería un acontecimiento grandioso, una celebración como las de las casas reales en los casamientos de las princesas. Con la noticia de la boda llegó también a oídos de Antonio, que el Duque  haría el encargo del pastel a una pastelería importante de la capital, desconociendo lo que ofrecía el pastelero del pueblo. Quería el pastel más grande y precioso que nunca se hubiera visto.

En un comienzo, la noticia enfureció a Antonio, que creía tener suficientes méritos para encargarse de elaborar ese soñado pastel. Tendría que hacer algo para demostrar que él era el indicado para ocuparse de tan importante compromiso.

Se acercaba el día de la gran boda. Antonio tenía un plan. Convocó a su ayudante, a la señora de la limpieza y también a su mujer. Les explicó lo que quería hacer y le asignó una tarea a cada uno. El día y la noche antes del casamiento, trabajaron sin descanso. Fueron horas de intensa labor, todos estuvieron muy ocupados y comprometidos. Querían ayudar a Antonio a lograr lo que había ideado.

A la mañana siguiente, con la ayuda de unos vecinos, se dirigieron a la mansión del Duque  en donde sería la celebración. Al llegar indicaron que era una entrega especial. Les dejaron pasar y lo condujeron hasta un gran salón bellamente decorado. En la mesa central ya habían colocado el pastel que había llegado de la capital. Era hermoso, pero nada comparado con el que él llevaba.

Colocaron el pastel que habían elaborado, que duplicaba en tamaño al otro. Lucía espectacular, con sus adornos de flores y palomas blancas en los diez pisos que lo componían. Era el pastel más grande y precioso que se hubiera visto. Dejaron todo en el lugar y se marcharon sin que nadie los viera.

Días después de la celebración llegó un mensajero a la pastelería. Le convocaban a una reunión en casa del Duque. Antonio se imaginó que habían descubierto que era él quien había entregado la impresionante obra de pastelería y tendrían alguna queja por su osadía. Asistió a la cita y su tranquilidad llegó cuando le comenzaron a hablar, a contarle lo increíble que les había parecido el magnífico trabajo que había hecho. Lo felicitaron y agradecieron el haber presentado tan espectacular pastel, que sin duda había sido más hermoso y delicioso que el que  habían encargado en el otro lugar.

En compensación y a modo de disculpa por no haber confiado en su experiencia, le tenían un regalo. Dispondría desde ese día de un nuevo local, más amplio y dotado con los más modernos equipos para que pudiera trabajar más cómodo y lograr una mayor producción, lo que sería beneficioso para todos en la comarca.

Fue así como la pastelería de Antonio llegó a ser la más importante y prestigiosa del país. De su calidad se habló en todas partes y fue desde entonces el pastelero oficial para todas las grandes celebraciones del ducado.

Autor: Adalberto Nieves (@Yocuento2)

Autor:

Escritor en progreso, aprendiendo cada día. Escribir es un placer que trato de disfrutar siempre. Escribo relatos y cuentos para todas las edades. Me gustan los géneros fantasía y realismo mágico, pero a veces voy a otro temas también interesantes. He publicado dos libros con recopilación de relatos (Relatos de un soñador y De fantasmas y otras especies) y un cuento de varios capítulos con la historia de un niño que puede transformarse en diferentes personajes (Mime). Pueden seguirme en Twitter y Instagram como @Yocuento2

3 comentarios sobre “Antonio el pastelero

    1. Totalmente, Olga. Y que la confianza en uno mismo, la constancia y estar en el lugar adecuado abre infinidad de puertas.
      Me ha gustado mucho, porque ha recurrido a su propio trabajo y no a estropear el de los demás para demostrar cuánto vale.

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